Historia

 

En el año 2004, Luiz Simoes creó una instalación con imágenes y música, basándose en la idea de un futuro hipotético en el cual un personaje que nunca hubiera visto instrumentos musicales decidiera construirlos, sin conocimiento técnico y con los escasos recursos que tuviera, restos de tiempos más ricos.

Con este concepto, Simoes construyó dos instrumentos con materiales encontrados en las calles de Barcelona, los Basuróphonos. Más tarde, compuso la música, inspirándose en el continuo ruido del camión de la basura.

“Reproduciendo el sonido con mi voz, grabé varios fragmentos y creé la secuencia. Fue la forma de componer mi música sin ser músico”.

Réquiem para 2 Basuróphonos fue después interpretada por el violonchelista Iván Lorenzana utilizando los dos instrumentos.

 

La voz

Los Basuróphonos

 

 

 

 

Réquiem para 2 Basuróphonos se presentó por primera vez en Suiza, en el 2006 y dos años más tarde los Basuróphonos Basso y Mezzo tuvieron una hija, el Basuróphono da Gamba.

 

 

 

 

Luiz Simoes los utilizó en su obra Eva, Adán y las cosas, en la cual, además de haber construido los instrumentos, también dirigió a los músicos y escribió el guión de la coreografía.

 

 

 

 

Nadie le preguntó porque construir instrumentos, componer música, o escribir coreografía sin ser guionista, músico o luthier. Quizás por el hecho que los resultados fueran obras visuales, cosa que él siempre había hecho.

En 2009 empezó a trabajar en una obra que no tuviera la imagen como resultado final, componer una pieza musical para una orquesta construida por él; cuestionando qué esperamos de las personas. Así creció la familia de Basuróphonos, nació Música para 18 cosas y finalmente L’Escombrofònica de Barcelona.